1. Investigar y no parar de hacerlo
Este es el primer paso antes de comenzar con cualquiera de lo hábitos del marketero.
Investigar da conocimiento y el conocimiento da poder de decisión.
Existen, actualmente, una gran cantidad de herramientas y métodos de investigación para conocer al público y el desempeño de lo que tenemos en mente. La investigación direcciona el camino a seguir; de ella surgen las ideas cuando no sabemos qué podemos ofrecerle al público.
Sirve también para reforzar las ideas que ya tenemos y estar seguros de ellas o incluso para darnos cuenta de los puntos débiles de nuestras propuestas, y así perfeccionarlas o cambiarlas.
Todo se trata de entender al consumidor, el medio y todas las variables que se hagan presentes a la hora de crear estrategias de mercadeo.
2. Actualizarse
La lectura, la investigación, las preguntas constantes, el contraste de la teoría con la práctica hacen al marketero ser el ideal para manejar una marca o una idea de negocio.
En la actualidad está el poder de decisión y la pertinencia de las acciones. El mundo cambia y lo que no cambie con él, está destinado al fracaso. No se trata de cambiar las esencias, sino avanzar a la par manteniendo una base (el qué) pero modificando el método (el cómo).
3. Empezar con el final en mente
La idea es construir caminos con una meta en mente. ¿Qué quiere decir esto?
Traza un objetivo, un final que quieres obtener. Con ello en mente, podrás luego evaluar las formas de llegar a esa meta.
¿Te has acercado a los métodos de la investigación? Allí verás que se comienza con la elaboración de un objetivo macro al que llaman general, y luego, se construyen una serie de objetivos a los que llaman específicos que no son más que el paso a paso que llevan a la resolución del objetivo general.
4. Ser proactivo
Ser proactivo no es más que tener iniciativas. No esperes a que alguien traiga las ideas por ti, no aguardes a que otra persona sea quien impulse tus deseo. ¡Ve por ello!
La proactividad propone estar en constante análisis de las situaciones, en cranear y en evaluar todo tipo de posibilidades para no tardar en poner en acción las ideas.
5. Pensar como ganador
Si investigas y analizas para estar seguro, no hay por qué no pensar como un ganador. Ten mente positiva y buena actitud para enfrentar el camino de la mejor manera. Transmite el entusiasmo y la mentalidad de ganador a tu equipo de trabajo.
Cuando una idea se repite lo suficiente, se vuelve realidad, de ahí a que te visualices siempre como un ganador.
6. Escucha y entiende para que te escuchen y te entiendan
Las grandes ideas se vienen cuando primero escuchas con atención y con empatía. Trátese de un cliente o del equipo de trabajo, procura primero escuchar y entender a cabalidad las propuestas que ellos tienen para luego lanzar tú tus ideas, de acuerdo, obviamente, a las expectativas generales.
Escuchar y entender al otro, la mayoría de ocasiones, da luces para que nuestro pensamiento trascienda y mejore.
7. Unir fuerzas
Une las fortalezas de varias personas para lograr las metas que, claramente, ningún miembro del equipo puede lograr de manera individual.
Si lo piensas bien, aquí está la clave de ser un buen líder: saber identificar las capacidades de los demás y saber delegar a quien es claro que puede hacer el trabajo igual o mejor que tú.
Piensa en tu grupo de trabajo como un equipo y no como una familia. ¿Sabes la diferencia? La familia no se elige, un equipo sí y debe estar compuesto por las mejores personas según las necesidades que existan.
Por ello, si son la mejor elección para tu equipo, ellos tendrán las capacidades de hacer las tareas de forma que cumpla con las expectativas de todos. Además, unir fuerzas también te permite identificar cuándo necesitas ayuda y no sentir ni un poco de temor al pedirla.
Todos en el bote o todos en el agua
Cuando alguien comete algún error, no es responsabilidad neta de esa persona. Si uno falla, todos fallan y de ahí la importancia de estarse reuniendo y verificar los procesos que cada uno está llevando a cabo.
Si sucede algo inesperado, es de un buen equipo que todos se hagan responsables de buscar las soluciones y no de señalar a los culpables.
Bueno, pero también es necesario entender que hay que reconocer en el grupo, el éxito de un miembro del equipo cuando lo merece.
8. Innovar
La creatividad es importante pero, si no hay innovación, de nada sirve crear un enorme plan para hacer lo que ya se estaba haciendo.
Innovar significa crear valor agregado sobre algo que posiblemente ya existía; no necesariamente debe ser la creación de un producto, servicio o idea completamente nueva. De hecho, la innovación radica en el cambio o en la introducción de algo nuevo a un proceso.
9. Pregúntate el porqué de las cosas
Preguntarte por el porqué de las cosas de todos los pasos que llevas a cabo en un plan de mercadeo, te ayudará a darte cuenta de la fuerza y de las razones de lo que elaboramos.
Prueba con preguntas como:
- ¿Esta idea ayuda en algún problema de mi consumidor?
- ¿Es este el formato adecuado de presentación?
- ¿Por qué este medio sería el efectivo y no otro?
- ¿Obtuve la información necesario? ¿O me queda faltando algún tipo de información?
- ¿Este es el camino correcto para lograr los objetivos?
- ¿Debería depender de las redes sociales?
- ¿Por qué abrir un blog?
- ¿Por qué usar una táctica en especial?
Y así continuamente. Cuestiona todo y trata de responder con argumentos que sí sean válidos.
Justificar las decisiones
Una vez elabores las preguntas, justifica el por qué, buscando las razones de las acciones que se van a implementar. Y bueno, la justificación no puede quedarse en palabras. Hay que justificar las decisiones con números: Se retroalimentan, se miden.
10. Manos a la obra
De nada sirve imaginar, planear y crear caminos si nada se llevará a la acción. Además, nada más satisfactorio que poner en marcha una estrategia que se pensó arduamente con un equipo.
11. Analizar y medir
De nada sirve poner en marcha las ideas más increíbles si no analizamos el impacto que tienen. De ahí la importancia de estar analizando y de saber interpretar las métricas y los indicadores de desempeño. Gracias a estos resultados que vamos obteniendo, podemos determinar qué funciona, qué se debe cambiar o impulsar, en qué partes se está teniendo mayor éxito, entre otros.
12. Valentía
La valentía, en este punto, no debe asumirse tan solo como la capacidad física de arriesgarse, sino también desde el plano mental. La valentía es ser capaz de dominar el miedo y convertir el reto de tomar la iniciativa en un oportunidad de éxito.
Cree en lo increíble, apuéstale a lo impensable, aunque claro, siempre con fundamentos. No se trata de cometer locuras por el solo hecho de la locura.
13. Paciencia
Podemos crear planes completos, perfectos y fundamentados en datos, teorías, investigaciones y preguntas al público, pero, una vez lanzamos una idea, una campaña, un producto o un servicio al ruedo, el rumbo de los planes pueden cambiar.
Hay que estar atentos a todo lo que suceda en el medio con nuestras ideas para solucionar las cosas antes de que sea tarde. No obstante, no se trata de estar ansiosos, hay qué ver primero qué es lo que sucederá.
Tener paciencia no es ser pasivo, es solo no estar ansioso pero sí pendiente del desarrollo para tomar acertadamente la siguiente decisión. Cuando las cosas se complican no hay por qué entrar en pánico ni tirar la toalla. Hay que tener el temperamento y ser sereno al recibir las noticias para seguir demostrando la capacidad de liderar y tomar decisiones.
14. Construir relaciones
Antes que nada, somos humanos. Y el humano, por su parte, depende de las relaciones para poder sobrevivir. Somos inherentemente sociales.
Al marketing y al marketero les sucedes exactamente los mismo. Al hacerse cargo de un negocio, de una marca, de un equipo, de una estrategia, entre otros, hay que entender que en medio de todo hay personas con las cuales es necesario construir buenas relaciones para que las ideas sí funcionen.
Las relaciones sirven para acortar caminos, para conocer puntos de vista, para conocer nuevos espacios y expandirse.
15. Es organizado
Un marketero debe ser una persona organizada.
Generalmente cuenta con listas de contactos y conoce las características de cada uno, gracias a que almacena estratégicamente datos como: perspectivas o fuentes de referencias potenciales.
Calendariza unas horas cada semana para conectarse con las personas o con los asuntos alrededor y que componen la lista de contactos. Desarrolla, además, planes de trabajo estructurados aunque flexibles, para el desarrollo de tareas tanto operarias como de relacionamiento.
Un buen marketero siempre está en avalúo del paso a paso, corrige a tiempo los tropiezos pero también es capaz de idear planes secundarios para cuando el obstáculo se presenta sobre la marcha.
Créditos: (https://marketingdecontenidos.com)
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